¿Por qué es IMPERATIVO hablar sobre desigualdad de género?

¿Por qué es IMPERATIVO hablar sobre desigualdad de género?

Tener conversaciones sobre  desigualdad de género es importante desde múltiples ángulos. Por ejemplo, porque forma parte de la agenda contemporánea internacional, además de que es un tema que ya se coloca sobre la mesa en la creación de políticas públicas. En el contexto colombiano, múltiples estudios realizados por el Fondo Monetario Internacional han establecido que si el empleo de las mujeres se equipara al de los hombres, las economías tendrían un crecimiento más resiliente y por ende, el comportamiento económico podría ser más pujante.

Así, hablar sobre desigualdad de género en la economía, puede significar que más mujeres hagan parte del mercado laboral y por ende, ocupando espacios en la esfera económica.

Podría incrementar el PIB un 35% en promedio, del cual entre 7 y 8 puntos porcentuales corresponden a aumentos en términos de productividad. Del mismo modo, si se contratara a  una mujer para cargos directivos en una empresa aleatoria, sin alterar el tamaño de la organización, se podría elevar entre 8 y 12 puntos básicos el rendimiento de los activos. 

Un estudio del Fondo Monetario Internacional basado en datos macroeconómicos, sectoriales y empresariales, estimó que la pérdida por la falta de participación económica de las mujeres era aproximadamente del 10% del PIB en economías más robustas y más del 30% en Asia Meridional, Oriente Medio y Norte de África. Entonces, ¿Por qué no hablar sobre desigualdad de género, si al hacerlo, literal, podríamos ganar todos?


Una perspectiva de mujer 360°

En este artículo busco reseñar la experiencia de ser mujer desde múltiples lugares geográficos y perspectivas. La intención es que al final de este recorrido sea posible tener una mirada 360° respecto al por qué es imperativo hablar sobre violencia de género y contemos con datos, cifras y referencias historias más objetivas, empáticas e incluyentes para todas y todos

Por ello, me gustaría que el primer acercamiento que tengamos con respecto a la violencia de género sea desde nuestro hogar. Considero que puede ser muy ilustrador como punto de partida, ya que suele ser un lugar común para muchos de los que estemos compartiendo esta experiencia. Sin embargo, de manera desafortunada, no lo es para todos.

Para algunos, el hogar es el lugar en el que compartimos con nuestros seres amados o donde descansamos después de largas jornadas de trabajo. Para otros puede ser un lugar inseguro u oscuro y de manera infortunada, muchos no tienen el privilegio de hablar sobre un espacio que pueda considerarse hogar. Millones de mujeres no comparten el privilegio de refugiarse en un sitio que sea seguro para ellas y su integridad.

Contrario a lo que podría creerse, las calles oscuras o los barrios con altos índices de inseguridad alrededor del mundo, no son los lugares donde ocurren los crímenes más atroces y tristes respecto a violencia de género. La casa es el espacio más inseguro para mujeres y niñas.


¿Qué es un feminicidio?

Vamos a hacer un paréntesis. Al finalizar este artículo deberás tener claro qué es un feminicidio. Según ONU Mujeres, el feminicidio se refiere al asesinato de una mujer, por el hecho de serlo. Dada la cantidad de feminicidios en el Sistema Internacional, ha sido necesario clasificarlo según la relación entre víctima y victimario en cuatro categorías: primero, feminicidio de pareja íntima; segundo, feminicidio de familiares; tercero, feminicidio por conocidos y por último, feminicidio por extraños.

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito, alrededor de 87.000 mujeres fueron asesinadas en todo el mundo en 2019, de las cuales, unas 50.000 mujeres, es decir, el 58%, fueron asesinadas a manos de sus seres cercanos, sean esposos o novios, ex parejas y familiares. El Observatorio de Igualdad de Género estimó que aproximadamente 4.640 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 2019 en América Latina y el Caribe. 

El estudio también identificó, de manera impactante, que la totalidad de los femicidios fueron cometidos por la pareja actual o la expareja de las víctimas. Es por esto que el lugar más inseguro para más de 80.000 mujeres en el mundo, es su hogar, pues allí conviven con sus seres más cercanos. Estos, de manera paradójica son los que perpetúan comportamientos que atentan contra la vida de muchas mujeres alrededor del mundo. 

Lo anterior nos permite afirmar que uno de los espacios comunes donde se desarrollan comportamientos que violentan a la mujer, es la relación de pareja. Estos datos pueden brindarnos algunas luces sobre instrumentos de dominación discriminatoria. Según Mercedes Pérez Manzano, catedrática de Derecho Penal de España, lo que caracteriza la perpetuación de feminicidios, es la intención de mantener a la mujer en una posición de subordinación y de manera paralela, la posición de poder del hombre en las relaciones.

Si bien es cierto que la violencia de género es un flagelo mundial, esta se propaga de manera desigual


Las mujeres que viven en estados pobres corren mayor riesgo

Según un artículo publicado en The Economist, las mujeres africanas tienen cuatro veces más probabilidades que las mujeres europeas de ser asesinadas por sus parejas o familiares y según la ONU, se estima que alrededor de 20.000 mujeres africanas mueren al año por estas causas, es decir aproximadamente, dos quintas partes del total mundial.

Adicionalmente, la Organización Mundial de la Salud en África subsahariana y el sur de Asia reporta que aproximadamente una de cada 5 mujeres que haya estado en una relación de pareja, ha sido golpeada o agredida sexualmente. En países como Afganistán y la República Democrática del Congo, una de cada tres mujeres fue agredida por sus esposos en el 2021.

Un estudio de Claire Cullen, realizado bajo el auspicio del Banco Mundial en Ruanda, descubrió que cuando se les preguntaba a las mujeres de manera que se garantizara el anonimato, se revelaba el doble de abusos, lo que evidencia el precio de hablar en contextos tan delicados.


Panorama en América Latina

Pero no tenemos que irnos tan lejos, supongamos que yo, Jennifer, nací en El Salvador, uno de los países más peligrosos del mundo para ser mujer, tengo 25 años y mi primera relación sexual fue a los 14 años.  Al contemplar estas 3 circunstancias, haber nacido en El Salvador, estar en un rango de edad entre 15 y 29 años y haber iniciado mi vida sexual antes de los 15 años, implica que ya tengo casi un 95% de probabilidad de ser asesinada. ¿Podrías imaginar que cada 18 horas muere una mujer con estas características en un país de América Latina?

Esto es escalofriante, triste y muy preocupante. No solo son asesinadas, sino que desde edades muy tempranas, las mujeres que viven en estados pobres sufren mayores probabilidades de ser golpeadas o violadas en contextos familiares. Pasa en la mayoría de los casos. 

Teniendo en consideración la gravedad de las cifras y la situación de vulnerabilidad de cantidad de mujeres, es relevante mencionar que el feminicidio no debe comprenderse solo como un asesinato individual, aletorio o fortuito, sino como la más grave ejemplificación de agresión y crueldad, pues mantiene la situación de discriminación y violencia hacia los cuerpos de las mujeres y su vida.


Las niñas en viven en estado de vulnerabilidad

Para acercarnos al contexto nacional, del 1ero al 31 de diciembre de 2021 en Colombia, se registraron 622 feminicidios según el Boletín Nacional, emitido por el Observatorio de Feminicidios en Colombia (359 en 2020). De los 622 feminicidios, 55 fueron menores de 18 años, 40% eran madres y 268 niños y niñas menores de edad quedaron huérfanas y huérfanos de madre según la organización gubernamental, Parece Normal Pero Es Violencia.  

Esto evidencia la vulnerabilidad que toleran muchas niñas en Colombia. El imaginario respecto a que la violencia de género la asumen o viven mujeres jóvenes que se visten de determinadas maneras y provocan a los hombres, implica ser una falacia. Son niñas entre 4 y 11 años las que se están enfrentando a esta triste realidad. Nada tiene que ver con su vestuario o actitud “provocativa”. 

Acercarnos a los datos nos permitirá reducir prejuicios que lastiman a las demás y por ende, a nosotras mismas. Esto ocurre porque decidimos llevar a cuestas opiniones y juicios que le reducen espacio a la creación de experiencias maravillosas.

Es erróneo reducir la violencia de género a la cantidad de feminicidios alrededor del mundo. Existen otro tipo de situaciones que generan desigualdad social, económica, cultural y política al interior de la sociedad. Sin embargo, lo que podría considerarse más grave respecto a estas situaciones es la normalización de ellas.

Por ejemplo, asumimos que es normal que una mujer deba encargarse de las labores domésticas de la casa, o que sea usual que las juntas directivas de las empresas cuenten con hombres en su mayoría. ¿Por qué normalizamos esto? ¿Nuestra infancia o proceso de crianza tiene influencia suficiente para seguir replicando patrones en la vida adulta?


Las mujeres y el liderazgo

Les deseo compartir algo muy interesante. Resulta que al cumplir los 6 años, las niñas ya comienzan a creer que los niños son más inteligentes que ellas y que son más capaces de llevar a cabo actividades difíciles. O sea que en clase, cuando la profesora pregunta, ¿alguien quiere ser monitor de la clase?, las niñas lo dudan. En realidad, sienten que sus compañeros son más inteligentes que ellas mientras que los niños con toda su naturalidad dicen ¡Yo!

Es así como el niño, desde muy pequeño, comienza a desempeñar roles de liderazgo, aprende a dirigir, organizar su agenda y por ende, sus tareas y tiempo. Por su parte, las niñas llegan a afrontar este tipo de retos en una edad más adulta, si es que lo logran. Sin embargo, siempre estará esa voz diciéndonos que el de al lado tiene más experiencia y puede desempeñarse de mejor forma.

Este escenario que viven las niñas, nos ofrece luces respecto a porque en 2019, solo 33 de las empresas en la lista Fortune de 500 eran dirigidas por mujeres, número que al 2021  aumentó a 41. 


Las mujeres y el trabajo

WoomUp es una plataforma que ofrece networking y servicios de mentoría para mujeres profesionales en América Latina. Resulta sumamente interesante observar que al momento de postular a un trabajo, las mujeres solo se presentan cuando creen que cumplen el 100% de los requisitos. Los hombres se presentan así solo cuenten con el 60% de los requisitos solicitados.

Es así como el empoderamiento femenino adquiere fuerza para trabajar respecto a la disminución de todo tipo de violencia hacia las mujeres. Como ya sabemos, uno de los espacios donde más se perpetúa la creación o continuación de valores machistas, agresivos o  denigrantes es en el hogar. De este modo, si nosotras como mujeres, mamás, amigas, hermanas, hijas,  emprendemos  el trabajo de replantear lo que se ha dicho, lo que el lenguaje ha aceptado como normal e iniciamos a deconstruir este tipo de valores, estructuras y lugares comunes, lograremos generar cambios desde nuestra individualidad. Cambios que transformarán hogares, familias, espacios y sociedades. 

De este modo, una niña a los 6 podrá tener total convicción que puede ser monitora de la asignatura que desee y que luego, podrá ser CEO de la empresa de su interés. Podrá enviar su hoja de vida cumpliendo el 60% de los requisitos, mientras se desarrolla profesionalmente para cumplir el 100%.

ES IMPERATIVO hablar de género, porque si reconstruimos discursos, ideas y creencias, estaremos generando un espacio más incluyente, empático y próspero. El género no debe seguir siendo un privilegio para la construcción de realidades.


¿Cómo podemos empezar a hablar de desigualdad de género?

Para finalizar, quisiera proporcionar algunas ideas al respecto de cómo podemos construir cambios individuales que permitan hablar sobre desigualdad de género en entornos seguros, cuidados y empáticos.

Considero ineludible referirme al empoderamiento femenino, pues considero que uno de los primeros pasos que debemos dar como mujeres es el reconocimiento de comportamientos y  estructuras desiguales que a través del tiempo se han normalizado y han generado estereotipos de género, lugares comunes y multiples manifestaciones de violencia, discriminación y rechazo. 

En primera instancia, estimó necesario y de suma importancia, la creación de espacios seguros a nuestro alrededor. Con esto me refiero al desarrollo de espacios en entornos familiares, sociales y laborales donde encontremos un universo abierto, en el cual podamos hablar sobre nuestros miedos, sensaciones de angustia, sin temor a ser juzgadas.

Para ello, es de vital importancia, realizar constantemente un proceso de deconstrucción, el cual nos permita ser conscientes de tres puntos fundamentales: nuestros prejuicios, nuestros privilegios y nuestras historias de vida.

Al ser conscientes de dónde venimos, qué nos enseñaron y lo que decidimos ser hoy, podremos enfrentar de donde surgen las ideas sobre lo que está bien y está mal;  lo que es injusto o justo y con base en ello, reconstruir los pensamientos que queremos tener.

Jennifer Noguera Barrera
Analista de estrategia en buho™ Clarity for Leaders

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